París en el siglo XX

Monsieur Boutardin, de pie junto al hogar, con la mano en las solapas y el pecho protuberante, se expresó en estos términos:

"Caballero, usted va a escuchar palabras que le ruego retenga en la memoria. Su padre era un artista. La palabra lo dice todo. Me gustaría creer que usted no ha heredado esos lamentables instintos. Pero he advertido que hay en usted algunos gérmenes que conviene destruir. Nada usted de buen grado en las arenas del ideal, y hasta ahora el mejor resultado de sus esfuerzos ha sido ese premio de versos latinos que ayer ha tenido la desvergüenza de aportarnos. Cuantifiquemos la situación. No tiene usted fortuna, lo que es una desgracia; y por poco carece usted de padres. Ahora bien, ¡no quiero poetas en la familia, escúchelo bien! No quiero nada de esos individuos que escupen rimas al rostro de la gente; su familia es rica; no la comprometa usted. Ahora bien, el artista no está lejos del bufón al que le doy unos cuantos pesos para que me divierta la digestión. Usted me entiende. Nada de talento. Capacidades. Pero como no he advertido en usted ninguna aptitud particular, he decidido que ingresará en la casa bancaria Casmodage y Cía., bajo la alta dirección de su primo; siga su ejemplo; ¡trabaje para convertirse en hombre práctico! Recuerde que una parte de sangre Boutardin corre por sus venas y, para que recuerde del mejor modo mis palabras, cuídese de no olvidarlas".

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