París en el siglo XX

Y en ese momento advirtió que una serie de personas, a medio vestir, corrían hacia él.

-Un ladrón -gritaba uno.

-¡Ya está preso! -vociferaba otro.

-¡Llamen a la policía!

Michel no tardó en notar que entre los testigos de su desastre estaban M. Casmodage y el primo Athanase.

-¡Usted! -gritó el uno.

-¡Él! -gritó el otro.

-¡Iba a forzar la Caja!

-¡Lo único que faltaba!

-Debe ser sonámbulo -dijo alguien.

La mayor parte de los hombres en pijamas prefirieron sostener esa opinión; así salvaban la honra del joven Dufrénoy. Y desenjaularon al joven, víctima inocente de esas Cajas perfeccionadas que se defendían por sí mismas.

En medio de la oscuridad, Michel había rozado con los brazos la Caja de valores, sensible y pudorosa como una doncella; un sistema de seguridad se había puesto a funcionar inmediatamente. Se entreabrió una plancha móvil en el piso y al mismo tiempo se iluminaron con luz eléctrica las oficinas y se cerraron con violencia las puertas. Los empleados, que despertaron con la potente algarabía, se precipitaron hacia la caja, que ya había bajado hasta el subsuelo.

eXTReMe Tracker