París en el siglo XX

-Difícil de comprender -observó Quinsonnas-, pero no de hacer.

-¿Cómo? -preguntó Michel.

-Ahora te explico -dijo Quinsonnas-, y me voy a apoyar en un ejemplo impactante. Michel, abre el piano, por favor.

El joven obedeció.

-Bien. Siéntate ahora sobre el piano, sobre las cuerdas.

-¿Cómo? Quieres que...

-Siéntate, te digo.

Michel se dejó caer sobre las teclas del instrumento. Se produjo una armonía chirriante.

-¿Sabes lo que estás haciendo? -le preguntó el pianista.

-¡No tengo la menor duda!

-Inocente. Has hecho una armonía moderna.

-¡Es verdad! -dijo Jacques.

-¡Ahí tienes un acorde actual! Y lo más siniestro es que los sabios de hoy se encargan de explicarlo científicamente. Antaño sólo algunas notas se podían vincular entre sí; pero ahora se las ha reconciliado a todas y ya no insultan. ¡Son demasiado educadas para eso!

-Pero no por ello son menos desagradables -observó Jacques.

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