-Sin duda. Mira a los norteamericanos y esa guerra espantosa de 1863.
-Está bien. Pero una guerra, un ejército que vaya al combate motivado por el dinero no se va a componer de soldados, sino de ladrones de espanto.
-Pero igual va a ser capaz de prodigios de valor -replicó Jacques.
-De prodigios de depredaciones -le precisó Quinsonnas.
Y los tres jóvenes no pudieron menos que reír.
-Para concluir -continuó el pianista-, aquí están Michel, un poeta, Jacques, un militar, y Quinsonnas, un músico. Y ahora no hay ni poesía, ni milicia ni música. Verdaderamente somos unos estúpidos. La comida se ha terminado; fue sustancial, por lo menos por su conversación. Pasemos a otros ejercicios.
Limpiaron la mesa, la introdujeron de vuelta en su sitio, y el piano tomó el lugar del honor.
Donde se trata de la música antigua y moderna y del uso práctico de algunos instrumentos
-Por fin -exclamó Michel-, vamos a hacer un poco de música.
-Y nada de música moderna -dijo Jacques-, que es demasiado difícil...