Veinte mil leguas de viaje submarino

-Por poco que asome, bastará; respondióme el capitán. A diez millas del Nautilus, hacia el sur, se alzaba un islote solitario a una altura de doscientos metros. Avanzábamos hacia él, aunque con prudencia, pues aquel mar podía estar sembrado de escollos. Una hora después, arribamos al islote. Dos horas más tarde acabamos de dar una vuelta en torno a él. Medía cuatro o cinco millas su contorno. Un estrecho canal lo separaba de una gran porción de tierra, tal vez un continente, cuyos límites no podíamos determinar. 

La existencia de esa tierra parecía confirmar las hipótesis de Maury. El ingenioso norteamericano notó, en efecto, que entre el polo sur y el sexagésimo paralelo, el mar se halla cubierto de hielos flotantes, sumamente grandes, que no se ven jamás en el Atlántico norte. De ello sacó en conclusión que el círculo antártico encierra porciones considerables de tierra, ya que los icebergs no se forman en pleno mar, sino sólo en las costas. Según sus cálculos, la masa de hielo que cubre el polo austral constituye un amplio casquete cuya anchura debe de alcanzar a unos cuatro mil kilómetros.

eXTReMe Tracker