Viaje al centro de la tierra

Por lo visto, esto no acabará nunca. ¿Por qué el estado de esta atmósfera tan densa, una vez modificada, no será definitivo?

Estamos rendidos de fatiga. Hans sigue imperturbable. La balsa corre imperturbablemente hacia el Sudeste. Hemos recorrido más de doscientas leguas desde que abandonamos el islote de Axel.

El huracán arreció o mediodía, y es preciso trincar sólidamente todos las objetos que componen el cargamento. Nosotros nos amarramos también. Las olas pasan par encima de nuestras cabezas.

Hace tres días que no podemos cambiar ni siquiera una sola palabra. Abrimos la boca, movemos los labios pero no producimos ningún sonido apreciable. Ni aun hablando al oído es posible entendernos.

Mi tío se ha aproximado a mí, y ha articulado algunas palabras. Creo que me ha dicho: «Estamos perdidos» pero no estoy seguro.

Tomo el partido de escribirle estas palabras: «Arriemos la vela». Me dice por señas que bueno.

Pero, apenas he tenido tiempo de inclinar la cabeza para decirme que sí, cuando a bordo de la balsa aparece un disco de fuego. La vela es arrancada, juntamente con el palo, y parten ambas cosas, formando un solo cuerpo, elevándose a una altura prodigiosa cual nuevo pterodáctilo, esa ave fantástica de los primeros siglos.

eXTReMe Tracker