Reseña de Cita con el horror
Tres individuos más, todos con los rostros cubiertos, amenazaban a cuantos trabajaban en la entidad bancaria. Un cuarto se hallaba junto a la puerta.
Armados de pistolas, también de largos cañones. ¡Vigilantes como fieras!
Salvo los funcionarios, el Banco estaba vacío. Faltaban aún quince minutos para que se permitiera el acceso al público. Las oficinas se abrían siempre media hora antes, a fin de prepararlo todo, sacar el dinero de la caja, hacer las comprobaciones necesarias y anotar y puntear las primeras operaciones de régimen interior.