A qué negarlo: era un tipo violento y pendenciero, y además su mente no podÃa presentarse, desde hacÃa tiempo, como un modelo de claridad. Pero eso no querÃa decir que fuera dejando por el mundo un reguero de cadáveres femeninos artÃsticamente estrangulados con decorativas corbatas, tal como parecÃan indicar todas las pruebas. Eso era lo que pensaba la policÃa, la justicia y todos los relacionados con el caso. Sin embargo, él sabÃa tan bien como el verdadero asesino que no era culpable. El único problema consistÃa en demostrarlo.