Desde allà pude ver lo que ninguna otra persona ha logrado siquiera soñar en la más espantosa de las pesadillas.Me acurruqué en aquel rincón de forma inverosÃmil, retorciendo todo mi cuerpo, en un loco intento de pasar desapercibido.PodÃa decirse que no estaba ocurriendo nada, pero lo cierto era que todas las figuras de cera que tenÃa al alcance de mi vista, se estaban moviendo. Se balanceaban casi sin sentir, al compás de algún ritmo vedado a mis oÃdos.Les brillaban los ojos en la blancura lechosa de la sala, no con la frÃa indiferencia del cristal con que estaban fabricados, sino con un fulgor demonÃaco de diversas tonalidades de rojo.¡Igual que relucÃan los ojos de Jane Meigs cuando se volvió a mà al pie de la escalera!No me importaba nada en aquellos momentos de angustia saber los diversos personajes que representaban, pero sà lo que estaban haciendo. Insensiblemente, vibrando sobre sus bases, se movÃan y formaban un pasillo cada vez más definido, desde la penumbra del fondo, hasta el lugar preciso donde yo estaba escondido.¡Las figuras de cera sabÃan que yo estaba agazapado allÃ!