De pronto, sacó las manos que, hasta entonces, habÃa tenido escondidas bajo la mesa.La derecha ofrecÃa un aspecto normal. A la izquierda, en cambio, le faltaban varias falanges de los dedos.En el anular, se veÃa un hueso blanco, completamente al descubierto. Era la segunda falange y, a partir de la articulación, la carne tenÃa un horrible color gris.Con los pelos de punta, Quax pudo ver el leve polvillo que se desprendÃa de la mano de Kenner, como si fuese de auténtica ceniza, agitada por una ligera brisa. Quax sintió que se mareaba.De repente, el hueso de la falange se desprendió. Cayó sobre la mesa, rebotó un poco, rodó hasta el borde y acabó en la alfombra.?Y no siento el menor dolor, pero vivo, me estoy convirtiendo en ceniza.