?Doctor Heinrich, aquà tiene los datos clÃnicos de ese hombre. Ha soportado sin comer ni beber mes y medio, en Buchenwald. Ha sufrido hasta cuarenta grados bajo cero, descargas eléctricas capaces de electrocutar a cualquiera, sin ropas ni calzado, y sobre un suelo conductor de energÃa eléctrica. Ha sufrido la amputación de cuatro dedos de su mano izquierda y de un ojo, todo ello a lo vivo. Finalmente, ha sido abrasado su cuero cabelludo e incendiado su cabello con una plancha eléctrica al rojo vivo. Y ha sido devorado su rostro por el vitriolo. Sólo entonces se le detuvo el corazón. ¿Qué me dice a eso?El doctor Karl Heinrich miró con asombro al muerto.?Que es un superhombre? o un monstruo.?Haga de él lo que sea. Pero si su naturaleza responde, habremos dado el primer paso, y el Führer tendrá noticias agradables, de sus cientÃficos, en la lucha por la inmortalidad. ¡Vamos, doctor, obre deprisa, o ese cadáver se descompondrá, pese a las precauciones que he tomado para trasladarlo hasta aquÃ!?SÃ, coronel ?suspiró el médico, con una expresión frÃa y calculadora en sus ojos?. Vamos a poner manos a la obra? y veremos lo que resulta de esto. Pero jamás un ser vivo podrÃa ser tan monstruoso como ese pobre desgraciado, si logro devolverle la existencia, una vez muerto? y regresa de ultratumba, coronel Berger.