?Mi hermano y yo tuvimos que hacernos cargo del Universo, pues una mañana sin avisar, poco antes del alba, papá entregó su espÃritu. Sus despojos crispados en un dolor del que sólo quedaba la corteza, sus decretos de súbito convertidos en polvo, todo eso yacÃa allà en el cuarto desde el cual papá todavÃa la vÃspera nos ordenaba todo. Mi hermano y yo necesitábamos órdenes para no borrarnos por trozos, era nuestro mortero. Sin papá nada sabÃamos hacer. Apenas podÃamos vacilar, existir, temer, sufrir?. Asà comienza un relato intenso e imposible de contar, a la vez divertido e imponente, lleno de sorpresas y de encanto, narrado en una lengua al tiempo titubeante y deslumbrante.