Aún sin cumplir los 40 años, DarÃo comenzó a sentirse envejecido. Su mismo aspecto fÃsico delataba los excesos de su bohemia. No es entonces extraño que su estado anÃmico se reflejara en sus poemas de esa época, impregnados de recuerdos de un pasado que le parecÃa perdido y lejano. Los recuerdos de su infancia, de su patria pequeña y distante, más la dolorosa experiencia vital que fue siempre su errabunda existencia, afloran en su poesÃa.
Dominado por la convicción de que se encontraba viviendo una vejez prematura, DarÃo da a la estampa las composiciones que integran su pequeño libro, de menos de cien páginas, que lleva por tÃtulo «Poema del Otoño y otros poemas». Fue «publicado en 1910», como parte de la «Biblioteca Ateneo de Madrid», que dirigÃa el buen amigo de Rubén, «Mariano Miguel de Val», a quien está dedicado el libro. De Val auxilió a DarÃo en momentos difÃciles, como cuando le cedió gratuitamente un local de la Calle Serrano para que pudiera instalar allà la Legación de Nicaragua, en momentos en que DarÃo dejó de recibir las correspondientes asignaciones del gobierno de Nicaragua.