La barra de los tres golpes

Los excursionistas iban a la estación por la mañana temprano, con su valijita llena de ropa y comida, eufóricos, rebosantes de alegría y dinamismo. Pero cuando emprendían el regreso después de ocultarse el sol, llegaban a la misma estación con el paso lento, las palabras escasas y los movimientos cuidadosamente estudiados y contenidos para evitar que el roce de la ropa con la piel quemada, diera la sensación de una friega de espaldas con papel de lija.

Por su andar lento y encorvado, el gesto de cansancio que reflejaban sus semblantes no sólo por la pagina del día, sino porque se pensaba en la cercana y terrible mañana del lunes, y el silencio con que en columna marchaban por el andén, semejaban un pelotón que volvía derrotado de la guerra.

 

 

 

XXIV

 

 

Para la reiniciación de cursos, faltaba pasar los Carnavales.

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