Oliver Twist

Capítulo XLI

Hace nuevos descubrimientos y demuestra que las sorpresas, lo mismo que las desgracias, rara vez vienen solas

A decir verdad, la situación de Rosa no dejaba de ser difícil y complicada. A la par que sentía un deseo ardiente, un anhelo irresistible de rasgar el velo misterioso que envolvía la historia de Oliver, no podía menos de guardar religiosamente el secreto que aquella desventurada mujer, con la cual acababa de hablar, había confiado a su inocente y cándida buena fe. Tanto las palabras como la expresión de Anita habían conmovido profundamente el corazón de Rosa y mezclado al cariño tierno y sin límites que a su joven protegido profesaba, anhelos vivísimos de atraer al arrepentimiento y a la esperanza a aquella desgraciada.

La familia Maylie tenía resuelto no detenerse en Londres más que tres días, pasados los cuales emprendían la marcha hacia un lugar de la costa, bastante distante, donde pasarían algunas semanas. Anita se había presentado en la noche del primer día de estancia en la capital de Inglaterra. ¿Qué resoluciones podía tomar Rosa en el breve espacio de cuarenta y ocho horas? Y si en ese lapso de tiempo no las tomaba, ¿sería posible diferir el viaje sin excitar sospechas?

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