Los hermanos Karamazov

EL MOMENTO DECISIVO

El padre Paisius no se equivocó al decir que su «querido muchacho» volvería.

Sin duda había sospechado, ya que no comprendido, el verdadero estado de ánimo de Aliocha. Sin embargo, cohfieso que me sería extraordinariamente difícil definir con exáctitud aquel extraño momento de la vida de mi joven y simpático héroe. A la pregunta que el padre Paisius dirigió, tristemente, a Aliocha —«¿Te has unido a los hombres de poca fe?»—, yo podría contestar sin temor a equivocarme: «No, no se ha unido a ellos. » Era precisamente todo lo contrario: el trastorno intimo que se había apoderado en él procedia de la pureza y el fervor de su fe. Sin embargo, el trastorno existía, y era tan cruel, que mucho tiempo después Aliocha consideraba aún aquella jornada como una de las más amargas y funestas de su vida. Si me preguntaran: «¿Es posible que experimentara tanta angustia y turbación únicamente porque el cuerpo de su starets, en vez de producir curaciones, se había descompuesto con tanta rapidez?», mi respuesta sería inmediata. «Sí, eso fue. »

Ruego al lector que no se precipite a reirse de la simplicidad de nuestro joven.

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