El Proceso

LA CASA

Sin una intención concreta, K, en diversas ocasiones, había intentado enterarse del domicilio del organismo del que partió la primera denuncia en su causa. Lo averiguó sin dificultades, tanto Titorelli como Wolfhart le dieron el número de la calle cuando les preguntó. Titorelli completó la información, con la sonrisa que siempre tenía preparada para aquellos planes secretos que no se le presentaban para su examen pericial, diciendo que ese organismo no tenía ninguna importancia, sólo ejecutaba lo que se le encargaba y sólo era el órgano externo de la autoridad acusatoria, que era inaccesible para los acusados. Si se deseaba algo de la autoridad acusatoria naturalmente siempre había muchos deseos, pero no siempre era inteligente manifestarlos, había que dirigirse al mencionado organismo, pero así ni se lograba acceder a la autoridad acusatoria, ni que el deseo fuese transmitido a ésta.

K ya conocía la manera de ser del pintor, así que no le contradijo, tampoco quiso pedirle más información, se limitó a asentir y a darse por enterado. Una vez más le pareció que Titorelli, cuando se trataba de atormentar, superaba al abogado. La diferencia consistía en que K no dependía tanto de Titorelli y hubiera podido liberarse de él cuando hubiese querido. Además, Titorelli era hablador, incluso parlanchín, si bien antes más que ahora y, en definitiva, también K podía atormentar a Titorelli.

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