Heidi

Pedro echó sobre el doctor una mirada de soslayo. En aquel momento apareció el abuelo con el bolso de las provisiones. Saludó primero al doctor con gran respeto, luego se aproximó a Pedro y le dio el saquito para que se lo colgara en el hombro. Pesaban las provisiones aquel día más que otros, porque el Viejo había añadido un buen trozo de carne seca, pensando que si el doctor encontraba agradable la estancia en los campos de pasto, tal vez le gustaría comer con los niños allá arriba. Pedro tuvo en seguida el presentimiento de que en el saquito se hallaba algo inusitado, y su rostro se animó con una alegre sonrisa.

Inmediatamente comenzaron el ascenso a la montaña. Heidi, desde el primer momento se vio rodeada de las cabritas, cada una de las cuales quería estar más próxima a ella que las otras, y se disputaban mutuamente el sitio. Después de dejarse arrastrar durante un rato por el rebaño, la niña se detuvo y dirigió a los animalitos esta breve exhortación:

—Ahora vais a hacer el favor de correr delante de nosotros sin volver a cada paso para empujarme, porque deseo ir al lado del señor doctor. ¡Hala, a correr!


eXTReMe Tracker