París en el siglo XX

"¡Huyamos! ¡Huyamos!", casi gritó el desgraciado, perseguido por su tenaz demonio. "¡Fuera de París! ¡Quizás encuentre allí el reposo!"

¡Y se arrastraba de rodillas! Después de dos horas de lucha contra su propia debilidad, llegó al depósito de la Villette; allí se perdió; creyó que enfilaba por la puerta de Aubervilliers e ingresó en la interminable rue Saint-Maur; una hora después estaba junto a la prisión juvenil, en la esquina de la rue de la Roquette.

Y allí había un espectáculo siniestro. Se estaba levantando un patíbulo. Se preparaba una ejecución para el amanecer.

Varios obreros estaban alzando la plataforma; cantaban.

Michel quiso escapar de esa visión; pero chocó con una, caja abierta. Al levantarse, vio una batería eléctrica.

¡Y recordó! Comprendió. Ya no se cortaban cabezas. Se fulminaba con una descarga. Eso imitaba mejor la venganza celeste.

Michel volvió a gritar y desapareció.

Daban las cuatro de la madrugada en la iglesia de Sainte-Marguerite.

 

 

CAPÍTULO XVII

Et in pulverem reverteris

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