Viaje al centro de la tierra

Capítulo XV

Tiene el Sneffels 5,000 pies de elevación, siendo, con su doble cono, como la terminación de una faja traquítica que se destaca del sistema oreográfico de la isla. Desde nuestro punto de partida no se podían ver sus dos picos proyectándose sobre el fondo grisáceo del cielo. Sólo distinguían mis ojos un enorme casquete de nieve que cubría la frente del gigante.

Marchábamos en fila, precedidos del cazador, quien nos guiaba por estrechos senderos, por los que no podían caminar dos personas de frente. La conversación se hacía, pues, poco menos que imposible.

Más allá de la muralla basáltica del fiordo de Stapi, encontramos un terreno de turba herbácea y fibrosa, restos de la antigua vegetación de los pantanos de la península. La masa de este combustible, todavía inexplotado, bastaría para calentar durante un siglo a toda la población de Islandia. Aquel vasto hornaguero, medido desde el fondo de ciertos barrancos, tenía con frecuencia setenta pies de altura, y presentaba capas sucesivas de detritus carbonizados, separados por vetas de piedra pómez y toba.

Como digno sobrino del profesor Lidenbrock, y a pesar de mis preocupaciones, observaba con verdadero interés las curiosidades mineralógicas expuestas en aquel vasto gabinete de historia natural, al par que rehacía en mi mente toda la historia geológica de Islandia.

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