Viaje al centro de la tierra

La pendiente de esta nueva galería era poco sensible, y su sección bastante desigual. A veces se desarrollaba delante de nuestros pasos una sucesión de arcadas que recordaban las naves laterales de una catedral gótica; los artistas de la Edad Media hubieran podido estudiar allí todas las formas de esa arquitectura religiosa que tiene por generatriz a la ojiva.

Una milla más lejos, nuestra cabeza se inclinaba bajo los arcos rebajados del estilo romano, y gruesos pilares, embutidos en la pared, sostenían las caídas de las bóvedas.

En ciertos lugares, esta disposición cedía el puesto a subestructuras bajas que recordaban las obras de los castores, y teníamos, para avanzar, que arrastrarnos a lo largo de estrechos pasadizos.

El grado de calor se mantenía soportable. Involuntariamente pensaba en cuán grande debía ser su intensidad cuando las lavas vomitadas por el Sneffels se precipitaban por aquella vía tan tranquila en la actualidad. Me imaginaba los torrentes de fuego que se estrellarían contra los ángulos de la galería, y la acumulación de los vapores recalentados en aquel estrecho lugar.

«¡Con tal» pensé «que el viejo volcán no se vea asaltado por algún capricho senil!».

eXTReMe Tracker