Viaje al centro de la tierra

—Tome —le dije, alargándole la hoja de papel por mí escrita—; lea usted.

—Pero esto no quiere decir nada —respondió él, estrujando con rabia el papel entre sus dedos.

—Nada, en efecto, si se empieza a leer por el principio; pero si se comienza por el fin…

No había terminado la frase, cuando el profesor lanzó un grito… ¿Qué digo un grito? ¡Un rugido! Una revelación acababa de hacerse en su cerebro. Estaba transfigurado.

—¡Ah, ingenioso Saknussemm! —exclamó—; ¿conque habías escrito tu frase al revés?

Y cogiendo la hoja de papel, leyó todo el documento, con la vista turbada y la voz enronquecida de emoción, subiendo desde la última letra hasta la primera.

Se hallaba concebido en estos términos:

In Sneffels Yoculis craterem kem delibat

umbra Scartaris Julii intra calendas descende,

audax viator, el terrestre centrum attinges.

Kod feci. Arne Saknussemm.

Lo cual, se podía traducir así:

Desciende al cráter del Yocul de Sneffels que la sombra del Scartaris acaricia antes de las calendas de Julio, audaz viajero, y llegarás al centro de la tierra, como he llegado yo.

Arne Saknussemm.

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