Reseña de El libro de los vicios
Corren tiempos brillantes, dice Soboczynski. Brillantes porque todo se vuelve literalmente más liso y brillante (los mĂłviles, los coches, la piel del hombre, que los cánones modernos mandan depilar y dejar suave como la de un bebĂ©), porque reinan el orden, la autodisciplina y la obsesiĂłn por la salud.En veintinueve capĂtulos y a travĂ©s de un puñado de personajes que recorren toda esta «casi novela» con sus vicisitudes, Soboczynski desgrana su visiĂłn ácida del mundo moderno. Antes la gente tenĂa más vicios, fumaba en los bares, montaba en bicicleta sin casco, comĂa carne sin complejos, apreciaba más lo inesperado, actuaba con pasiĂłn, no utilizaba palabras inglesas para todo. Ahora, en cambio, se prohĂbe fumar, todo el mundo bebe menos en las fiestas, come sano y practica deporte, las ciudades parecen fotocopiadas unas de otras, todo tiene que ser pulcro, los aparatos hacen menos ruido y lo «ecolĂłgico» triunfa por doquier. Soboczynski reivindica lo inĂştil, lo superfluo, lo ineficiente. Ensalza la figura del flâneur, ese paseante ocioso y sin destino. Y sitĂşa en el centro de su crĂtica a su antĂtesis, el asceta, ese enemigo de la vida que, en su persecuciĂłn del futuro feliz, todo lo quiere controlar, incluso a los demás.En este su libro de los vicios, Soboczynski se escandaliza ?siempre a travĂ©s del humor y el sarcasmo? por la proliferaciĂłn de la práctica del jogging o por el hecho de que los padres lleven cada vez más a sus hijos a todas parles, incluso a bares y restaurantes, que Ă©l querrĂa refugios oscuros en los que entablar nuevas relaciones. Quiere celebrar la ciudad como un lugar repleto de aventuras en cuyas callejuelas esperan las amantes más bellas, pero constata con horror cĂłmo proliferan en ella los espantosos centros comerciales profusamente iluminados, destructores de cualquier atisbo de penumbra. Lamenta que en el mundo de hoy todo lo informal y erĂłtico se combate, y todo lo pornográfico, en cambio, goza de la aprobaciĂłn general. La tesis de Soboczynski podrĂa resumirse asĂ: allĂ donde deberĂamos relajarnos se nos imponen todo tipo de prohibiciones, y allĂ donde no estarĂan de más unas cuantas normas reina el más absoluto laissez-faire. Y todo ello amenizado con aromas de Adorno, Benjamin, GĂłmez Dávila e incluso Ortega y Gasset.«El libro de Soboczynski es un alegato a favor de la desmesura y una diatriba contra todas las formas de disciplina, reglamentaciĂłn y ascetismo. Uno querrĂa leer más a menudo alegatos de este tipo, sobre todo si, como es el caso, consiguen alcanzar las alturas mediante la elegancia verbal» (Wiebke Porombka, Frankfurter Allgemeine Zeitung).