La voz de Hattie se hizo opaca, casi ininteligible. Algo saltó de su boca, rebotó un par de veces contra la mesa y cayó al suelo.Malone bajó la mirada instintivamente. Estupefacto, vio que se trataba de un diente. Volvió los ojos al rostro de la mujer: no habÃa sangre en la boca de Hattie.Un enorme pedazo de carne del brazo izquierdo empezó a desprenderse, convirtiéndose rapidÃsimamente en un lÃquido espeso, repugnante, que despedÃa un olor insufrible. Sus facciones desaparecieron; era como si se tratase de una estatua de cera, sometida a un calor intensÃsimo.Hattie permanecÃa inmóvil. Ya no respiraba.El bello pecho de la joven se convirtió en una sustancia de aspecto indescriptible. Parte de sus cabellos se desprendieron. Sopló una leve brisa y los esparció por doquier.Malone estaba aterrado.Aquella mujer se deshacÃa ante sus ojos y, sin embargo, nadie parecÃa haberse dado cuenta de lo que ocurrÃa.De repente, la cabeza de Hattie, casi completamente descarnada, sin la mayor parte de su cabello, se desprendió del tronco y cayó al suelo. Rebotó lúgubremente unas cuantas veces y luego, por la leve pendiente del suelo, rodó hasta el borde de la piscina.