No es fácil que LÃa Neil fuese una muchacha experimentada, pero tampoco era una ingenua.
HabÃa hecho sus pinitos amorosos desde que a los diecisiete años empezó a campear sola por la ciudad costera de Brighton. HabÃa tenido sus ligues y sus escarceos, pero la verdad es que jamás habÃa llegado más lejos.
Y no es que LÃa fuese una remilgada, ni una reprimida, pues más bien LÃa Neil era una chica muy liberada ya a la edad de dieciséis años. Sin embargo, su padre, que era un hombre de vuelta de todo, viudo y sin deseo alguno de volverse a casar, pero siempre metido entre mujeres, sabiendo lo que significaba perder la edad de la inocencia y la virginidad, le tenÃa dados sus buenos consejos. De tal modo, que LÃa aprendió a reservarse.