?Molly, si yo fuera tú, te aseguro que no me sentirÃa tan afectada. Después de todo, como dice el poeta, la mancha de la mora otra la quita». Debes de aceptar la situación tal cual la plantea John, y no porque yo le dé la razón a él, Molly, sino porque mejor es que haya sucedido ahora que estando casada. Me imagino lo que esto te afecta, ¡claro que me lo imagino! Pero, repito, mejor ahora que más tarde. Además, las razones que aduce, no es que sean válidas, pero sà son razonables y hasta me parecen de una gran lealtad por su parte ?miró hacia un lado donde su marido fumaba distraÃdo, de pie, con la cara vuelta hacia la calle que veÃa a través del ventanal?. Mac, no te quedes ahà callado y ayúdame a convencer a Molly de que todo es natural. Mac apenas si volvió el rostro. Su pipa retorcida se movió entre los dientes, parecÃa que iba a decir algo, pero el caso es que de su boca no salió un solo sonido y sus pequeños ojos oscuros parpadearon desconcertados. El bulto que formaba Molly sobre el ancho lecho, se agitaba como sacudido por sordos sollozos. Mac no soportaba ver llorar a una mujer y no entendÃa aún cómo Sally, sabiéndolo, le habÃa obligado a acompañarla al apartamento de su hermana.