Antes de terminar la carrera de económicas, Nicolás ya llevaba la contabilidad de la mercerÃa de su madre. Una vez terminada, Merche le propuso quedarse en el negocio, pero Nicolás adujo que, sà bien no dejarÃa de llevarle la contabilidad, él preferÃa colocarse por su cuenta y depender de sà mismo. A eso Merche le propuso la cesión de la mercerÃa, pero también Nicolás opuso sus razones para rechazar el ofrecimiento. No era tendero ni nunca podrÃa ser dependiente ni habÃa estudiado económicas para vender botones, puntillas e hilos. Merche no se ofendió, al contrario, consideró que su hijo tenÃa toda la razón. Lo comentó luego con Dedi, su hija, y la muchacha sonrió carÃñosa advirtiéndole a su madre que Nicolás estaba en lo cierto y mejor para él. Ella, a su vez, estaba instalada como médico con su esposo en una clÃnica montada en una calle principal de la ciudad, amén de ser ambos pertenecientes al Seguro de Enfermedad en los ambulatorios, a los cuales acudÃan dos horas en las mañanas, por lo que pensar en ponerse a vender en la mercerÃa resultaba demencial.