Leonard Roman miró en todas direcciones, sin soltar el brazo de su futuro cuñado.
?¿Qué te parece, Warren? ?y sin esperar respuesta, gritó?: ¿Dónde está, Maud? Se oyó una voz allá lejos, resonando en el eco de las alcobas, salones y pasillos vacÃos.
?Ya voy. Leonard soltó el brazo de Warren y chasqueó la lengua, al tiempo de girar la cabeza y contemplar el enorme vestÃbulo vacÃo.
?No está mal, ¿eh, Warren?
?No. Será una bonita residencia cuando haya entrado aquà la casa decoradora. Esto de decorar hogares, me resulta sumamente difÃcil. Dar con el gusto de cada persona, cuando son más de dos, debe ser extremadamente difÃcil.