Ocurrió al regreso del veraneo. Al principio, ella no se percató, mas, pasado algún tiempo, comprendió que algo se rompÃa entre ellos. Gerard siempre fue un esposo amante. Un esposo maravilloso, sin duda alguna. No pasaba un aniversario, un santo, una fecha señalada, que no le hiciera un valioso regalo. Desde hacÃa un año, en cambio, Gerard parecÃa vivir muy lejos de ella. Se dirÃa que si acudÃa a casa a comer y a dormir, era por rutina. ?Mamá, mamá ?gritó Yul, desde el piso superior?. ¿Dónde tengo mi camisa? Kay Wills dejó de pensar. No podÃa detener sus pensamientos en algo concreto, teniendo dos hijos, un hogar y grandes deberes como esposa y madre. Quizá a Gerard no le ocurrÃa nada y era ella quien pensaba mal, porque lo amaba demasiado. ?¿Dónde estás, mamá? Julia, la doncella, apareció en el corredor. ?Ya se la llevo yo, señora. Kay suspiró. Paul y Yul, sus dos gemelos, eran unos impertinentes. Estaban llegando a esa edad de presumir en que les gusta la doncella. Julia era una muchacha estupenda y siempre sabÃa dónde estaba todo. ?No encuentro mi camisa, mamá. ?Ya sube Julia, Yul. No grites tanto.