Reseña de Expo 58
Bruselas, primavera de 1958. Bajo el plateado resplandor de las icónicas bolas del Atomium se inaugura la Exposición Universal. Un acontecimiento adornado con bonitos mensajes de concordia en plena Guerra FrÃa que pretende ser un escaparate de la floreciente sociedad de consumo: la energÃa nuclear se presenta como una inocua fuente de abastecimiento ilimitado y las aspiradoras y demás artilugios domésticos americanos dejan boquiabierto al público europeo. El rancio comité británico sobrelleva como puede las inevitables concesiones a la modernidad. Como contrapeso y orgullosa muestra de las viejas tradiciones, decide colocar un pub en su pabellón. Para supervisar el buen funcionamiento de este estandarte de las esencias patrias y de paso controlar las tendencias dipsómanas del encargado, envÃan a un joven funcionario, Thomas Foley, casado y con una hija pequeña. En la Expo de Bruselas, Foley descubrirá un mundo cosmopolita muy alejado de la grisura de su vida en Londres; coqueteará con Anneke, una encantadora azafata flamenca, y conocerá a un periodista ruso, a dos flemáticos espÃas británicos dados a filosofar y a una ingenua actriz americana contratada para hacer demostraciones del funcionamiento de las aspiradoras en el pabellón de su paÃs. Mientras de la retaguardia le llegan indicios preocupantes de que su obsequioso e insufrible vecino está intentando seducir a su mujer, en la capital belga se verá empujado a hacer de espÃa amateur, tomando como modelo al héroe de las novelas de Ian Fleming. Y acabará descubriendo que entre las bambalinas del festival de la cooperación mundial que pretende ser la Expo, nada es lo que parece y nadie es quien dice ser. Mezclando comedia y novela de espÃas, Jonathan Coe ha escrito una estupenda muestra del mejor humor británico, pero también una certera reflexión sobre el engaño y las oportunidades perdidas.