Hitler haconseguido sus propósitos al convertir a Ucrania en «el gran granero delReich». Han desaparecido por completo las granjas colectivas y, en sulugar, surgidos de las páginas de una historia que se creÃa olvidada parasiempre, han reaparecido las grandes propiedades y los «barines», losterratenientes de otros tiempos, que ocultan como pueden su dependencia directacon los señores de BerlÃn, que son los que verdaderamente mandan en el paÃs. Perola nueva aristocracia se muestra incluso más cruel que la que desterró laRevolución. Y el látigo ruso, el knut, vuelve a silbar en el aire con mayorcrudeza que en los viejos tiempos. La Wehrmacht sigue siendo el más poderosoejército del mundo; sus vanguardias apuntan ya al gran Volga y los tanques hanpenetrado en la ciudad de Stalingrado. Todo parece perdido. Perseguidos por los «cosacos blancos», diezmados, los partisanos se refugian en losbosques y en los pantanos de donde los sacan, a lanzazos, las sotnias vestidasde feldgrau, llevando en las hombreras las insignias del ejército alemán.Continuación de ¡Hurra partisanos! del mismo autor.