Alan se lavó, tratando de despejarse. Notaba un ligero malestar, debido a no haber descansado durante toda la noche. Se despertó varias veces, debido a agitadas pesadillas. Estaba exasperado. Esto no le ocurría nunca, siendo el causante el capitán Flanagan, el único hombre capaz de ponerle nervioso. Los dos vaqueros le observaban con extrañeza. Nunca le habían visto en aquella actitud, receloso e inquieto. No obstante, no le hicieron ninguna pregunta, pues la contestación sería ambigua. Continuaron achacándolo a sus preocupaciones ante su boda. Se trataba de un paso trascendental en la vida de un hombre. Empezaron a trabajar. Cada uno se dedicó a su tarea, pues apenas descansaban unos instantes, tras haber realizado denodados esfuerzos. El trabajo abundaba, siendo necesario un continuo ajetreo para llevarlo a buen término.