Nadja entornó sus fascinadores ojos color verde mar, al ver subir a su marido al aerobús, acompañado por un hombre alto, de facciones tersas, cabellos castaños y ropas de indudablemente corte occidental. Piotr, al lado de aquel individuo, parecÃa un anciano, de hombros encorvados, cabeza leonina y barba revuelta que le envejecÃa notablemente. Ella habÃa dicho con frecuencia a su esposo que se afeitase la barba y cuidase más su aspecto fÃsico. Él siempre se rió de ella y, en más de una ocasión, bromeando, dijo: «Los sabios son muy descuidados, querida Nadja.» Evidentemente, Piotr Woronoff era un sabio de reconocida fama internacional, aunque sólo contaba cuarenta y ocho años de edad. Su cátedra de exobiologÃa, en la Universidad de Moscú, habÃa permitido a la ciencia conseguir grandes adelantos. Por ello, y a raÃz de sus descubrimientos microbiológicos en los meteoritos caÃdos en el monte Sychote-Alynski, se le habla concedido el premio de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, el Bienal de Ciencias Naturales de 1992.