Corazón

Derossi recogió la medalla y la hizo mil pedazos. En aquel momento volvió el maestro y se reanudó la clase. Yo no quitaba ojo a Votini, que estaba rojo de vergüenza. Tomó el papel despacito, como si lo hiciese distraídamente, lo hizo mil dobleces a escondidas, se lo puso en la boca, lo mascó un poco y después lo echó debajo del banco. Al salir de la escuela y pasar por delante de Derossi, Votini, que estaba un poco confuso, dejó caer el arrugado papel. Derossi, siempre noble, lo recogió y se lo puso en la cartera, ayudándole a abrocharse el cinturón. Votini no se atrevió a levantar la cabeza.











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