HacÃa un calor sofocante aquella mañana. Eran las ocho y media, y Grey Marbury (rubia, frágil, esbelta, ojos azules de mirada suave), cruzaba la plaza en dirección a la tienda de perfumerÃa. HabÃa poca gente por la calle. Grey saludaba con la boca y la cabeza, y seguÃa su camino a paso elástico.
Al cruzar ante un café muy elegante, vio un «Rolls» detenido a dos pasos de la gasolinera.