Reseña de Para acabar con una pesadilla
Pasé por París y, claro, fui a L?Harmattan. Era mi única conexión con el árabe Abdelatif, y no estaba yo dispuesto a dejar pasar la ocasión. Estaba seguro de que alguno de sus misteriosos asuntos musulmanes lo tendrían ocupado por Europa. No lo había vuelto a ver desde lo de Pakistán, pero no me había olvidado de él. Teníamos una cuenta pendiente.