JERRY NAPLES canturreó al colocar el vehÃculo bajo los primeros árboles del camino, feliz por encontrar buena sombra. Para acabar de animarse sacó una botella de debajo del pescante y se echó un trago al coleto. Apenas chascó la lengua para saborear el gusto del licor, sonó un estampido. La bala aulló y le estalló la botella en las mismas narices. ?¡No! ?gritó Jerry. Miraba con grandes ojos de espanto el cuello del frasco, lo único que habÃa quedado entre sus dedos. En eso se escuchó una risotada por el primer árbol.