La Guerra de Secesión habÃa terminado. Tras tres interminables años de lucha entre un sentimentalismo humano y un egoÃsmo mal entendido, el Norte se habÃa impuesto al Sur aplastándole en sus aspiraciones de eternos esclavistas. Los hombres generosos que entendÃan que la opresión del hombre contra el hombre, no tenÃa razón de ser, habÃan triunfado tras un derroche de sangre y de oro que costarÃa mucho tiempo y muchos sacrificios enjugar, pero se sentÃan contentos del triunfo, porque éste les recordaba la iniciación de su propia independencia. Ellos habÃan luchado muchos años antes por emanciparse de un yugo tiránico que entendÃan no tener razón de ser y quizá por este mismo recuerdo habÃan luchado altruistamente por la libertad de los negros dentro de su mismo territorio. Si ellos repudiaban una tiranÃa extranjera, era justo luchar contra una tiranÃa dentro de su propia estructura nacional. Pero este triunfo iba dejando después de la paz un sedimento de guerra difÃcil de resolver, sedimento que sólo el tiempo podÃa aquietar, pero no sin sangre.