Patrik Miller llenó las grandes copas de whisky por sexta vez y ofreciéndoselas a sus comensales, exclamó: ?Beban, señores, podemos y no podemos entendernos en este asunto, pero no quiero que se diga que Patrik Miller, agota la garganta de la gente para vencerlas por cansancio, sin ofrecerle todas las garantÃas para que desarrollen su elocuencia. Patrik Miller era un ranchero gordo, colorado, fuerte como un toro, de cejas pobladÃsimas, crespo bigote un tanto canoso y ojos grises de mirar duro. PoseÃa un rancho a dos millas de El Paso y aunque su hacienda era valiosa y hacÃa pingües negocios con el ganado, gozando de una gran influencia en la región, se murmuraba que la base de su fortuna no era muy limpia y que en su blasón de ranchero habÃa algunos cuarteles tan oscuros de descifrar, que si alguien hubiese podido limpiarlos quizá encontrase debajo ciertas escenas de abigeo y cuatrerÃa, que deshonrarÃan su escudo de armas. Pero estos cuarteles los habÃa enmohecido el tiempo cubriéndoles de una pátina piadosa de olvido, y la gente, atenta al momento, no se detenÃa a volver la vista atrás para exhumar recuerdos tristes y agrios, que acaso el ranchero podÃa impedir contando con su influencia y un equipo duro y pendenciero.