Meeker era un poblado olvidado de la mano de Dios en el noroeste de Colorado, en un gran vano casi vacÃo, en el que el Witer River y el macizo montañoso de Danforth eran el salvaje y duro escenario donde habÃan de desarrollarse sucesos dramáticos a tono con la dureza del paisaje. En la parte llana desde el rÃo, a la falda del monte y en las planicies que los, accidentes de la parte baja del monte lo permitÃa, se desparramaban las reses de unos cuantos heroicos rancheros que habÃan afincado en aquel terreno, casi hostil, al amparo de usufructuar las tierras libres del Gobierno mediante arriendos que les consentÃan criar ganado sin verse obligados a gastar un dinero que no poseÃan en adquirir en propiedad los terrenos de pasturaje. El total de rancheros asentados en aquel terreno de las reservas no llegaba a la docena y si se exceptuaba a George Bentley, que era el más rico, el más poderoso, el que más reses poseÃa y el que más terreno detentaba, el resto eran pequeños rancheros que vivÃan con bastante aprieto en la mayorÃa de los casos.