Rod Wood llegó a su modesta cabaña cansado de la ruda tarea de atender su pequeña tierra, único patrimonio que poseÃa para su sostenimiento. Desde que muriera su padre, habÃa peleado en solitario por defender aquel trozo de parcela, que unas veces parecÃa ofrecerle una adecuada compensación a sus esfuerzos y otras, a causa de las sequÃas, los tornados y demás inclemencias de la Naturaleza, se revolvÃa airada contra él y le negaba el fruto adecuado para mantenerse sin agobios.