Reseña de Asà no me compras
Gabriel Torres circulaba por la autopista por el carril dĂ© la derecha. No tenĂa demasiada prisa y, por otra parte, a Ă©l no le agradaba correr porque tenĂa demasiada experiencia en la carretera y conocĂa las consecuencias del apresuramiento indebido.
HabĂan pasado la semana trabajando por toda la provincia, y si bien no sĂ© sentĂa demasiado satisfecho de los resultados, tampoco defraudado. Ya sabĂa que aquel trabajo no era el suyo, pero como dice el refrán «a falta de pan, buenas son tortas».
La inflaciĂłn en el paĂs crecĂa por momentos, el desempleo abundaba y el hecho de que Ă©l fuera perito industrial no significaba que tuviera un empleo a su medida y aptitudes. Pero tampoco por ello habĂa que rasgarse las vestiduras.
El caso era sobrevivir aquella Ă©poca, lograr superar el trauma que significa no utilizar debidamente su profesiĂłn, y en cierto modo sentirse, en lo que cabe, satisfecho de la vida.
No es que Ă©l fuese un tipo tremendamente alegre, ni un ente tĂ©trico. Usaba un tĂ©rmino medio y su carácter era más bien conformista, ni demasiado eufĂłrico por nada, ni demasiado resentido por lograr en la vida la mitad de la mitad de lo que en principio habĂa ambicionado.